Accidentalmente vaporicé a mi maestra de pre-álgebra
Atenea cogió el libro con absoluta delicadeza y le mandó una mirada fulminante a Apolo cuando este se quejó de la lentitud con la que abría el libro para evitar maltratarlo. El dios del sol se calló ante la mirada de la diosa.
Accidentalmente vaporizo a mi profesora de pre-Álgebra
— ¿Cómo vaporizas a alguien accidentalmente?— preguntó Ares con una sonrisa de medio lado.
— No me interrumpas— se quejó Atenea.
Mira, yo no quería ser un mestizo.
— Nadie quiere— dijeron Nico y Thalia.
Si estás leyendo esto porque piensas que puedes ser uno, mi consejo es:
— ¿Percy dando un consejo? ¡Por favor! — se burló Nico
— Mi consejo— dijo Thalia— es que no escuchen su consejo.
Cierra este libro ahora mismo.
Créete cualquier mentira que tu madre o padre te hayan dicho acerca de tu nacimiento y trata de llevar una vida normal.
— Eso no funciona, los monstruos igual te encuentran— dijo Jason, extrañado por el estúpido consejo.
Ser un mestizo es peligroso.
— Cierto— dijo Pipper.
Da miedo.
— No está mintiendo— dijo Leo.
La mayor parte del tiempo, consigues que casi te maten de diferentes formas dolorosas y desagradables.
— Comprobado— dijo Jason.
Los dioses que tenían hijos miraron al suelo con culpa, lamentando la vida que sus pequeños tenían que llevar.
Si eres un niño normal, leyendo esto porque piensas que es ficción, fantástico. Sigue leyendo. Te envidio por ser capaz de creer que nada de esto hubiera ocurrido.
— ¿Qué hacen los mortales leyendo esto? — exclamó Artemisa.
Pero si te reconoces en estas páginas, si sientes que algo se agita dentro, deja de leer inmediatamente. Puedes ser uno de nosotros. Y una vez que lo sabes, es sólo cuestión de tiempo antes de que lo sientan también, y vendrán por ti.
— ¿Quiénes? — preguntó Ares
— Monstruos— respondió Annabeth.
No digas que no te lo advertí.
— Él no me lo advirtió, y ustedes tampoco— acusó Nico, señalando a Annabeth y a Thalia.
— No es culpa de Percy estar demasiado ocupado tratando de salvarte de una mantícora— atacó Annabeth— y nuestra tampoco.
Zeus, Poseidón, Atenea y Hades palidecieron.
Mi nombre es Percy Jackson.
Tengo doce años de edad. Hasta hace unos meses, yo era un estudiante que se alojaba en la Academia Yancy, una escuela privada para niños problemáticos en el centro de Nueva York.
— ¡JA! Tío P, tu hijo es un niño problemático— aullaron Hermes y Apolo.
— Es hijo del viejo barba de percebe, ¿qué esperaban? — argumentó Atenea.
Poseidón, que era un dios que había vivido por eones y era muy maduro, le sacó la lengua.
¿Soy un niño problemático?
— ¡Sí!— aullaron todos los mestizos.
Sí, se podría decir eso.
— Al menos lo admite— dijeron Nico y Thalia a coro.
Yo podría señalar cualquier punto de mi vida corta y miserable para demostrarlo,
— ¡Corta y miserable!— chilló Poseidón
Annabeth lo miró preocupada, preguntándose si los dioses tendrían ataques al corazón, porque si así era, el pobre Poseidón necesitaría los servicios del dios de la medicina.
Pero las cosas realmente empezaron a ir mal cuando nuestra clase de sexto grado hizo un viaje de estudios a Manhattan- veintiocho niños y dos profesores en un autobús escolar amarillo dirigiéndose al Museo Metropolitano de Arte para mirar la antigüedad de Grecia y Roma.
— Suena interesante— dijeron Annabeth y Atenea.
— Eso es tortura— se quejó Poseidón.
Lo sé- suena a tortura.
Todos rieron por la coincidencia.
La mayoría de viajes de Yancy lo eran.
Pero el Sr Brunner, nuestro profesor de latín, organizaba este viaje, tenía esperanzas. El Sr Brunner era un tipo de mediana edad que iba en una silla de ruedas motorizada. Tenía el pelo cayéndosele, una barba desaliñada y una chaqueta raída de tweed que siempre olía a café
— ¿Por qué me sonará?— se preguntó Apolo
Artemisa resopló por lo estúpido que era su hermano.
Tú no pensarías que es genial pero el contaba historias y hacía bromas aparte de dejarnos jugar en clase. También tenía una gran colección de armaduras romanas y armas
— ¿Quirón? — preguntó Hades
— Quirón— confirmaron los semidioses.
Era el único profesor con el que no dormía en clase.
— Se duerme en clase— dijo Atenea horrorizada
Esperaba que el viaje fuera bien. Al menos, esperaba que por una vez el problema no fuera yo.
— Como si eso fuera posible— se rió Nico.
Chico, estaba equivocado
— Igual que siempre— rió Thalia
— Dejen de molestar a Percy— se quejó Annabeth
— ¿Por qué te importa lo que digan del engendro del mar? — cuestionó Atenea
Annabeth no respondió.
Verás, las cosas malas me ocurren en los viajes de estudio. Como en quinto de primaria, cuando fuimos a Saratoga, tuve ese accidente con el cañón de la guerra de la revolución. Yo no apuntaba al autobús escolar, pero desde luego fui expulsado de todos modos.
— Genial— murmuró Apolo.
Y antes de esto en mi cuarta escuela primaria, cuando dimos un tour entre bastidores del mundo marítimo del tiburón, yo toqué la palanca incorrecta en el pasillo y nuestra clase se dio un baño imprevisto.
— Asombroso— dijo Hermes
Y antes de eso… bien, te haces una idea
— No nos dejes así— se quejaron ambos al unísono.
— Ya dejen de interrumpirme— graznó Atenea
— ¡Qué carácter!— murmuraron ambos dioses.
Este viaje, estaba determinado a que fuera bien.
Thalia y Nico rieron por lo bajo.
Todo el camino a la ciudad me puse con Nancy Bobofit.
— ¿Una chica? Nuestro Percy es todo un galán— aulló Apolo
Annabeth apretó los dientes, cosa que no pasó desapercibido para Afrodita que enarcó una ceja en su dirección.
La muchacha se sonrojo y apartó la mirada, Afrodita lo dejó pasar, por el momento.
La friki, pelirroja cleptómana
— No es mi hija— aseguró Hermes ante la mirada interrogante de los demás.
Que golpeaba a mi mejor amigo Grover en la parte de atrás de la cabeza con pedazos de emparedados de mantequilla y crema de cacahuate.
— Felizmente no es mi hija— dijo Hermes por lo bajo.
Grover era un blanco fácil. Era flaco. Lloraba cuando se frustraba. Debió haber repetido varios cursos, porque era el único niño de sexto grado con acné y con principio de un poco de barba en el mentón. Por encima de todo eso, estaba lisiado. Él tenía una nota excusándole de educación física del resto de su vida porque tenía algún tipo de enfermedad muscular en las piernas. Caminaba curiosamente, como si le doliera, pero no te dejes engañar. Deberías haberlo visto correr cuando había enchilada en la cafetería.
— ¿Sátiro? — supuso Dionisio
Thalia y Nico asintieron sonrientes.
De todos modos, Nancy Bobfit estaba lanzando bolas de sándwich que se pegaban en su pelo castaño rizado, y ella sabía que no podía hacerle nada porque estaba en libertad condicional. El director me había amenazado
— ¡¡¿¿Qué??!!— chilló Poseidón—. ¿Cómo se atreve a amenazar a mi hijo?, ¡tendrá todo la furia del océano en su contra!
— ¡Déjame terminar de leer! — se quejó Atenea
El director me había amenazado de muerte
— ¡¡¡¿Qué qué?!!! — Poseidón se puso de pie—. Pagará caro su osadía, nadie amenaza a mis hijos.
Los semidioses miraron al dios del mar algo asombrados y sin querer sintieron celos de Percy, Poseidón era, a pesar de todo, un buen padre.
— Poseidón— graznó Atenea— escucha.
El director me había amenazado de muerte de suspender el colegio si algo malo, vergonzoso o medianamente entretenido sucedía en este viaje.
Todos miraron a Poseidón divertidos- Atenea exasperada- él se sentó de nuevo en su trono, algo sonrosado.
“Te voy a matar” murmuré
Nico se estremeció.
— Tú no quieres ser amenazado por Percy Jackson— explicó Thalia.
Jason los miró incrédulo.
— Vamos, no puede ser tan malo— dijo.
— Créeme, es malo, hermanito— repuso Thalia.
— ¿HERMANITO?— graznó Hera— yo había asumido que el apellido era coincidencia. Dos veces, ¡con la misma mortal Zeus!
— Lo lamento— murmuró Zeus muy a su pesar.
Hera fulminó con la mirada a sus dos hijastros.
Thalia la miró valientemente, sin dejarse intimidar.
Jason se estremeció. Él, como semidiós romano, no estaba acostumbrado a interactuar con los dioses, menos a que estos quisieran matarlos
Grover trató de calmarme. “Está bien. Me gusta la mantequilla de cacahuate”
— Pero no creo que en el cabello— dijo Démeter.
Eludió otro pedazo de comida de Nancy.
— Buenos reflejos— comentó Leo.
“Eso es todo.” Empecé a levantarme pero Grover me puso de vuelta en mi asiento. “Ya estás en libertad condicional”, me recordó. “Sabes que tendrás la culpa si algo pasa.
Pensándolo bien, desearía haberle atizado a Nancy Bobofit ahí mismo. En el colegio la suspensión no hubiera sido nada comparado con el desastre en que iba a meterme.
Poseidón palideció.
El señor Brunner nos condujo en la visita al museo.
Puso su silla de ruedas al frente, guiándonos a través de las enormes galerías, de estatuas de mármol grandes y vitrinas llenas de cosas viejas y cerámica color naranja. En mi mente apareció la idea de que estas cosas habían sobrevivido dos mil o tres mil años.
— Más que eso— dijo Atenea, interrumpiéndose a sí misma.
— Claro, tú sí puedes interrumpir la lectura y nosotros no— se quejó Hermes
Atenea resopló
Nos reunió alrededor de un muchacho de trece metros de altura de piedra con una gran esfinge en la parte superior y empezó a contar como era una lápida, una estela para una chica de nuestra edad.
Artemisa bajó la mirada, una pobre doncella que no tenía por qué morir tan joven.
Nos contó acerca de la forma de tallar los lados. Estaba tratando de escuchar lo que decía porque me interesaba de alguna forma.
Atenea sonrió ante esto
Tal vez no se parezca tanto a su padre— pensó
Pero todo el mundo a mi alrededor estaba hablando
Atenea hizo una mueca
Y cada vez que les decía que se callaran, la profesora acompañante, la Sra Dods me miraba mal.
Esta vez Poseidón hizo una mueca, nadie tenía derecho a mirar mal a su hijo.
La Sra. Dods era profesora de matemáticas, que siempre llevaba una chaqueta de cuero negro, incluso a su edad, a sus cincuenta años. Parecía lo suficiente como para montar una Harley.
Hades pensó en por qué le sonaba tan familiar.
Había llegado a Yancy a mitad del año, cuando nuestro profesor de matemáticas tuvo un ataque de nervios.
— Eso es muy conveniente— murmuró Atenea con una mirada calculadora
Poseidón la miró preocupado.
Desde el primer día, la Sra Dods se enamoró de Nancy Bobofit y me imaginé que estaba poseída.
— Esa es la única explicación posible— dijo Apolo— mira que te guste alguien tan desagradable.
Me señaló con su dedo torcido y me dijo, “Ahora cariño”, realmente dulce y sabía que iba a caerme una detención después de clases durante un mes.
— Lo dice como si estuviera acostumbrado— señaló Hermes.
— Es Percy— dijo Nico con un encogimiento de hombros
Hermes asintió como si la respuesta fuera la más lógica que jamás hubiera oído.
Una vez, después de que me hiciera borrar las respuestas del libro de matemática hasta la medianoche
— Eso no está bien— se quejó Poseidón— mi hijo es un niño, necesita dormir.
Los semidioses se miraron, Poseidón en serio se preocupaba por su hijo.
Le dije a Grover que no parecía que la Sra. Dods fuera humana. Me miró muy serio y me dijo:
“Tienes toda la razón”
— Grover— se quejaron los semidioses, Apolo y Hermes, los dos últimos más divertidos que otra cosa.
El señor Brunner dejó de hablar de arte funerario griego.
Por último, Nancy Bobofit rió por el hombre desnudo con la estela y me di la vuelta y le dije, “¿Quieres callarte?”
— Tiene carácter— rieron Apolo y Hermes
Lo que salió más fuerte de lo que quería
Annabeth negó con la cabeza, con una sonrisa cariñosa.
Afrodita vio la sonrisa de Annabeth y sonrió encantada, amor juvenil, ¡qué hermoso!
Todo el grupo se echó a reír. El Sr. Brunner detuvo su historia.
“Señor Jackson”, dijo. “¿Algo que decir?
Mi rostro estaba completamente rojo. Le dije. “No, señor”
El Sr. Brunner señalo una de las imágenes de la estela. “¿Tal vez podría decirnos lo que representa la foto?”
— Cincuenta dracmas a que no lo sabe— dijo Apolo mirando a Hermes
— Hecho— aceptó Hermes
Miré la talla y sentí una oleada de alivio, porque en realidad lo reconocía.
— Paga— dijo Hermes sonriente
Apolo hizo un puchero y le extendió el dinero al dios mensajero.
Los semidioses miraron la escena divertidos.
Atenea y Artemisa, exasperadas.
“Es Cronos comiéndose a sus hijos, ¿no?”
— ¿Tenía que ser esa escena? — se quejó Zeus
— A ti ni siquiera te comió— le reclamó Démeter con una mueca al recordar su adorable infancia en el sistema digestivo de su padre.
“Sí”, dijo el Sr. Brunner, obviamente no conforme. “Y lo hizo porque…”
“Bueno…” sacudí mi cerebro para recordar. “Cronos era el rey de los dioses y”
— ¡Rey de los dioses! — chilló Zeus
— Un error puede cometerlo cualquiera, hermano— dijo Démeter, intercediendo por Percy, le agradaba ese semidiós.
“¿Dioses?”, preguntó el Sr. Brunner.
“Titanes”, me corregí. “Y… no se fiaba de sus hijos, que eran los dioses. Así que ummm Cronos se los comió, ¿verdad? Pero su mujer escondió a Zeus bebé y le dio a Cronos una piedra para comerse en su lugar. Y más tarde, cuando Zeus creció, engañó a su padre, Cronos”
“Eeew” Dijo una de las chicas detrás de mí.
— Eeew— coincidió Afrodita.
“Y por eso fue la gran lucha entre los dioses y los titanes”, continué. “Y los dioses ganaron”.
— Reduce una de las peores guerras de la historia en una oración— dijo Atenea, incrédula.
— Es Percy— volvió a decir Nico
Atenea asintió como si eso lo explicara todo
Annabeth no sabía si eso era bueno o malo, solo sabía que leer los pensamientos de Percy la hacía extrañarlo aún más
Sesos de alga— pensó entristecida
Se oyeron algunas risitas en el grupo
— ¿Por qué se ríen?— preguntó Poseidón extrañado— su respuesta fue correcta.
— Los mortales son raros— dijo Thalia con un encogimiento de hombros.
Detrás de mi Nancy Bobofit le murmuró a un amigo, “Cómo vamos a usar esto en la vida real. Quién nos va a preguntar en una entrevista de trabajo ‘por qué Cronos se comió a sus hijos’ ”
“Y por qué Señor Jackson,” dijo Brunner, “para contestar a la excelente pregunta de la señorita Bobofit de ¿por qué es importante en la vida real?”
— Atrapada— canturreó Nico
“Atrapada” murmuró Grover.
— Pienso igual que una cabra— Nico estaba horrorizado.
“Cállate," susurró Nancy, con la cara roja, incluso más brillante que su pelo. Al menos Nancy se avergonzaba también. El Sr. Brunner era el único que escuchaba. Tenía las orejas como radar.
— Orejas de caballo— corrigió Ares.
Pensé en su pregunta y me encogí de hombros. “No sé, señor”
“Ya veo”. El Sr. Brunner areció decepcionado. “Bueno, la mitad bien, el Sr. Jackson tenía razón. Zeus efectivamente le dio una mezcla de mostaza y vino a su padre lo que le hizo vomitar los otros cinco hijos, que por supuesto, siendo dioses inmortales, había estado viviendo y creciendo sin digerirse completamente en el estómago del titán. Los dioses vencieron a su padre, cortándolo en pedazos con su propia guadaña y esparciendo los restos en el tártaro, la parte más oscura del inframundo. Después de eta nota feliz es momento de almorzar. Sra. Dods, ¿podríamos salir?”
— ¿Nota feliz? — dijo Hades, incrédulo.
— Es Quirón— dijo Annabeth con un encogimiento de hombros.
La clase se movió, los niños se aguantaban el estómago, los chicos empujándose unos a otros, actuando como burros.
— Como lo que son— dijo Artemisa, los hombre de la sala, tanto dioses como mestizos la miraron: heridos unos, molestos otros.
Grover y yo estábamos a punto de seguir al Sr. Brunner, cuando dijo. “Señor Jackson”.
Yo sabía qué venía.
Le dije a Grover que siguiera adelante. Entonces me volví al Sr. Brunner. “¿Señor?”
El Sr. Brunner tenía la mirada que no te dejaba ir- intensos ojos marrones que podrían haber tenido mil años de antigüedad
— Más que eso— dijo Artemisa.
Y haberlo visto todo
— Pero no lo ha visto todo— dijo Atenea.
“Tú debes saber la respuesta a mi pregunta”. Me dijo el Sr. Brunner.
— Pero ya dijo la respuesta— se quejó Poseidón.
“¿Acerca de los titanes?”
“Acerca de la vida real. Y como tus estudios son aplicables”
“Oh”.
“Lo que has aprendido de mi”, dijo. “Es de vital importancia. Espero que lo trates como tal. Voy a aceptar solo lo mejor de ti Percy Jackson”
— Que raro, Quirón no es así con todos los héroes, el último que recibió tanta atención fue Heracles— dijo Hades
Hera y Artemisa apretaron los dientes ante la mención del antiguo semidiós
— Yo prefiero llamarlo Hércules— dijo Apolo
— Como sea, pero a mi hijo lo trataba así porque es su favorito— dijo Zeus
— ¡JÁ! Mi hijo es el nuevo favorito de Quirón, desplazó al tuyo, Zeus— se burló Poseidón
— Eso no es cierto— se quejó Zeus
— Sí que lo es
— No
— Sí
— Vamos a ver— interrumpió Hades y con un chasquido de dedos, Quirón del futuro apareció en la sala, en su silla de ruedas.
Después de una reverencia por parte del centauro y que los dioses le explicaran qué hacían todos allí, le formularon la pregunta.
Quirón lo consideró
— Debo decir— dijo el centauro— que aunque Heracles tenía habilidades formidables, carecía de muchos de las virtudes que posee Percy, como la lealtad, la humildad, y muchas otras… sí, definitivamente Percy es mi héroe y pupilo favorito
— ¡En tu cara Zeus!— chilló Poseidón
El rey de los dioses se cruzó de brazos enfurruñado y Atenea procedió con la lectura.
Quirón se acomodó junto a los semidioses, Nico, Thalia y Annabeth le sonrieron.
Quería enojarme, ese chico me empujó fuerte.
— ¿En qué parte de la lectura estamos? — preguntó Quirón
Apolo le sonrió, tronó los dedos y toda la lectura que Quirón se había aprendido, con comentarios incluidos se grabó en la memoria del centauro, que asintió para que Atenea continuara leyendo
Quiero decir, claro, era una especie de día fresco, cuando él vestía alguna clase de traje romano y armadura y gritó. “¡Eh!” y nos desafió, con la punta de la espada contra la tiza. Pero el Sr. Brunner esperaba que yo fuera tan bueno como todos los demás, a pesar de que tengo dislexia y el trastorno de déficit de atención y nunca había pasado por encima de una C en mi vida
Atenea se horrorizó.
No, él no esperaba que yo fuera igual de bueno, él esperaba que yo fuera el mejor. Y yo no podía aprender todos los nombres y los hechos y mucho menos con perfecta ortografía.
Murmuré algo acerca de esforzarme más, mientras que el Sr. Brunner echaba una larga y triste mirada a la estela, como si hubiera estado en el funeral de esa niña.
— Lo estuve— dijo Quirón a nadie en particular.
Me dijo que me fuera a comer.
— Hablando de eso, ¿a qué hora comemos?—preguntó Leo
— No hemos leído ni un capítulo— respondió Hefesto, incrédulo
— Pero tengo hambre— se quejó el semidiós
Hestia tronó los dedos y frente a cada semidiós apareció un plato y un vaso, vacíos.
— Sólo pidan lo que quieran.
Todos murmuraron y en sus platos aparecieron diferentes comidas y bebidas.
Annabeth miró su vaso y sonrió.
— Gaseosa de cereza, azul— pidió y soltó un sollozo cuando la bebida favorita de Percy llenó su vaso.
Thalia, que también había pedido comida azul. La abrazo ante la mirada confundida de los dioses.
Atenea continuó leyendo para evitarle momentos incómodos a su hija.
La clase estaba reunida en la escalinata del museo, donde se podía observar el tráfico de gente a lo largo de la quinta avenida.
En el cielo, una gran tormenta se estaba formando, con nubes más negras de lo que nunca había visto en la ciudad. Me imaginé que tal vez fuera por el calentamiento global o algo, porque todo el tiempo desde Navidad, había sido extraño. Habíamos estado teniendo grandes tormentas de nieve, inundaciones, incendios forestales por rayos. No me habría sorprendido si se tratara de un huracán en formación.
— Que calentamiento global ni nada, ¿por qué están peleando ahora? — exigió Hera
— Hera, cariño, no lo sabemos, eso aún no pasa
Hera gruñó y Atenea empezó a pensar en el nombre del libro, el ladrón del rayo, ¿sería posible…?
Nadie más parecía darse cuenta
— La niebla— murmuraron los dioses
Algunos de los chicos les tiraban a las palomas trozos de galletas. Nancy Bobofit estaba tratando de robar algo del bolso de una señora, y por supuesto, la Sra. Dods no veía nada.
— ¿Seguro que no es tu hija? — preguntó Apolo
— No es mi hija— aseguró Hermes.
Grover y yo nos sentamos en el borde de la fuente, lejos de los demás. Pensamos que tal vez si hacíamos eso, la gente no sabría que éramos de esta escuela- la escuela para los casos problemáticos que no podían estar en otro lugar.
“¿Te han castigado?” preguntó Grover
“No”, dije. “No Brunner. Me gustaría que se olvidara de mí a veces. Quiero decir, no soy un genio.
— Claro que no— dijo Atenea, interrumpiéndose a sí misma— es hijo de barbas de percebe.
Poseidón y Annabeth la miraron.
Grover no dijo nada durante un tiempo. Luego cuando pensé que iba a soltarme un comentario filosófico profundo para hacerme sentir mejor dijo, “¿Me das tu manzana?”
Todos estallarlo en risas, tanto dioses como mestizos.
Yo no tenía mucho apetito. Así que se la dejé.
Observando la quinta avenida, pensé en el apartamento de mi madre, en la parte alta de la ciudad. No la había visto desde navidad. Yo quería coger un taxi y volver a casa. Que me abrazara y se alegrara de verme.
— Awww— arrullaron Hera, Hestia, Démeter y Afrodita
— Extraña a su mamá, es un buen hijo— agregó Hera.
Tal vez él sea diferente— pensó Artemisa, pero rápidamente desechó la idea. Todos los hombres son iguales— se recordó.
Pero sería decepcionante también. Ella me mandaría de vuelta a Yancy, recordándome que tenía que esforzarme más, incluso si esta era mi sexta escuela en seis años y que probablemente sería expulsado de nuevo. Yo no podía estar ahí de pie, mientras ella me miraba con esa cara triste.
Poseidón sonrió con tristeza recordando a su dulce Sally, una maravillosa mujer que había llegado a amar incluso más que a su propia esposa.
Afrodita sintió el amor que emanaba Poseidón hacia esa mortal y sonrió, ella iba a juntarlos de nuevo, se prometió.
El Sr. Brunner puso su silla de ruedas en la parte baja de la rampa para minusválidos. Comía apio, mientras leía una novela de bolsillo. Una sombrilla roja sobresalía de la parte posterior de la silla, haciendo que pareciera una mesa de café motorizada.
— Esa es una excelente idea— dijo Leo— lo construiré después de terminar el Argo II
Su padre, Hefesto, le sonrió.
Estaba a punto de desenvolver mi sándwich cuando Nancy Bobfit apareció delante de mí con sus feas amigas, supongo que se había cansado de robar a los turistas y dejo caer su almuerzo a medio comer sobre el regazo de Grover.
Annabeth y Thalia gruñeron, querían mucho a Grover.
“¡Uy!” Ella me sonrió con sus dientes torcidos. Sus pecas eran de color naranja, como si alguien le pintara la cara con Cheetos líquido.
Pipper y Afrodita hicieron una mueca.
— Toda una belleza— dijeron a coro.
Afrodita le sonrió a su hija ante la coincidencia.
Leo la miró burlón y Jason confuso, quién diría que ambas iba a pensar igual
Traté de mantener la calma. El consejero de la escuela me había dicho un millón de veces, cuenta hasta diez, controla tu temperamento. Pero yo estaba tan loco con la mente en blanco. Una ola rugió en mis oídos.
— ¡Poseidón!—cacareó Hades— ¡¿Cómo pudiste quebrar el juramento?!
— Zeus también lo hizo— se defendió el dios.
— Los dos son unos desconsiderados, no volveré a hacer juramentos con ustedes— resolvió Hades enfurruñándose.
No recuerdo tocarla, pero lo siguiente que supe es que Nancy estaba sentada de culo, gritando. “¡Percy me empujó!”
Poseidón, Hades y Zeus tuvieron el mismo pensamiento
Percy es muy poderoso
Solo que el primero estaba orgulloso y los otros dos cautelosos.
La Sra. Dods se materializó junto a nosotros. Algunos de los niños murmuraban:
“¿Has visto…?”
“…El agua…”
“…Como la agarró…”
No sabía de qué estaban hablando. Todo lo que sabía era que estaba en problemas de nuevo. Tan pronto como la Sra. Dods estuvo segura de que la pobre Nancy estaba bien, prometiéndole conseguirle una camiseta nueva en la tienda de regalos del museo, etc., etc., la Sra. Dods se volvió contra mí. Hubo un incendio triunfal en sus ojos, como si hubiera hecho algo que había estado esperando todo el semestre.
Poseidón se tensó, no le gustaba la actitud de esa profesora.
“Ahora, cariño”
“Ya lo sé” murmuré “Un mes borrando libros”
— No, Percy— dijo Hermes— nunca trates de adivinar tu castigo
— Es cierto— corroboró Apolo— Dionisio trató de adivinar su castigo y terminó sin poder tomar vino.
Dionisio le miró molesto.
Eso no fue correcto decirlo.
Hermes asintió solemne
“Ven conmigo”, dijo la Sra. Dods
“¡Espere!” gritó Grover. “Fui yo quien la empujó”
— Es un buen amigo— dijo Jason, sonriendo
Leo y Pipper asintieron.
Me quedé mirándolo, atónito. No podía creer que estaba tratando de cubrirme. La Sra. Dods le dio una mirada que mata. Con tanta fuerza, que la barbilla de él temblaba.
“No lo creo, señor Underwood” dijo ella
“Pero…”
“Usted-quédese-aquí”
Grover me miró de forma desesperada
“Esta bien tío”, le dije. “Gracias por intentarlo”
“Cariño”, dijo la Sra. Dods gritándome. “Ahora”
Nancy Bobofit sonrió.
Le di mi mirada de te-mataré-después
Nico se estremeció
Jasón lo miró incrédulo
No creo que asuste tanto— pensó.
Entonces me volví para hacerle frente a la señora Dods, pero ella no estaba allí. Estaba de pie en la entrada del museo, en la parte superior de la escalera, gesticulando impaciente para que fuera.
El color abandonó el rostro de Poseidón
¿Cómo había llegado allí tan rápido?
— Monstruo— murmuraron todos los presentes a una sola voz
Tengo bastaste de esos momentos, cuando mi cerebro se queda dormido o algo y la siguiente cosa que sé es que me he perdido de algo, como si una pieza de puzle hubiera caído del universo y me dejara mirando un lugar en blanco detrás de ella. El consejero de la escuela me dijo que era parte de la ADHD, mi cerebro malinterpretaba cosas.
— No, no es eso— susurraron Poseidón y Annabeth a coro, preocupados
Atenea jadeó y miró horrorizada como su hija había pensado y dicho lo mismo que Poseidón.
Ambos la ignoraron.
Yo no estaba tan seguro.
Poseidón y Annabeth sonrieron levemente, Percy coincidía con ellos.
Fui detrás de la Sra. Dods.
Poseidón miró ansioso el libro.
A mitad de los escalones, mire a Grover. Estaba pálido, mirando del Sr. Brunner a mí, como si quisiera que el Sr. Brunner notara lo que estaba pasando, pero el Sr. Brunner estaba absorto en su novela.
— Quirón— se quejaron Annabeth y Thalia mirando el centauro, quien se estremeció bajo la mirada que recibía de Poseidón.
— Lo lamento— dijo— era un libro interesante.
— ¿En serio?— intervino Atenea—. ¿Qué libro era?
— No es momento para eso. Hija, continúa con la lectura— demandó Zeus.
Bueno, pensé. Me va hacer comprar una camiseta nueva para Nancy en la tienda de regalos.
— Ojalá y fuera solo eso— dijo Nico.
Pero al parecer, ese no era el plan.
— Claro que no— bufaron Pipper y Jason.
El chico le sonrió y Pipper enrojeció bajo la mirada burlona de Leo y entusiasmada de Afrodita.
Así que a mi hija le gusta Jason— pensó la diosa
La seguí por el museo. Cuando finalmente la alcancé, estábamos de vuelta en Grecia y la sección romana.
— ¿Por qué tienen que combinar la sección griega con la romana? Estúpidos romanos— masculló Atenea, Jason trató de no sentirse muy ofendido.
Excepto por nosotros, la galería estaba vacía.
— Demasiado conveniente— murmuró Poseidón, preocupado.
La Sra. Dods estaba de pie con los brazos cruzados delante de un gran friso de mármol de los dioses griegos. Estaba haciendo un ruido extraño con la garganta, como gruñendo. Incluso sin el ruido, ya estaba nervioso. Es raro estar a solas con un profesor, especialmente la Sra. Dods. Algo raro sobre la forma en que miraba al friso, como si quisiera pulverizarlo…
— ¡Ya sé quién es! — dijo Hades, pero nadie le escuchó
El dios se preguntó por qué había mandado a Alecto a perseguir a su sobrino
“Nos estás dando problemas, cariño”, dijo.
Hice lo seguro. “Sí señora”, le dije.
— Respeta a un monstruo, pero no a los dioses— rieron Nico y Thalia.
— ¡¿Qué significa eso?! — chilló Zeus
— Significa— aclaró Thalia, mirándolo con desafío grabado en sus ojos— que ustedes no han hecho nada para ganarse el respeto del héroe del Olimpo.
— ¿Héroe del Olimpo?—preguntó Artemisa— ¿A qué te refieres? ¿Por qué necesitaríamos un héroe?
— Será mejor que lo descubran por su cuenta, mi lady, leyendo los libros—dijo Thalia con un respeto que no le había demostrado a su padre.
Ella tiró de las mangas de su chaqueta de cuero. “¿De verdad crees que puedes salirte con la tuya, verdad?”
La mirada en sus ojos iba más allá de la locura. Era malvada.
Poseidón tragó duro.
Ella es maestra, pensé con nerviosismo. No es que vaya a hacerme daño.
— Qué miedoso— rió Ares, pero se calló ante la mirada del dios del mar.
Le dije. “Yo… yo me esforzaré más, señora”
Un trueno sacudió el edificio.
Ahora la mirada de Poseidón fue para Zeus, que se estremeció un poco.
“Nosotros no somos tontos Percy Jackson” dijo la Sra. Dods. “Era solo cuestión de tiempo antes de que te descubrieras. Confiesa y sufrirás menos dolor”
— ¿Nosotros?— preguntó Pipper preocupada— ¿Acaso hay más de un monstruo?
Jason sintió su estómago retorcerse ante la preocupación que Pipper estaba mostrando por Percy Jackson.
Afrodita miró a su hija.
¿Le gustaba Jason o Percy?
No sabía de qué hablaba.
— Pobre Percy— se lamentó Thalia
Artemisa la miró, su teniente parecía muy cómoda con el hijo de Hades y se notaba que quería al hijo de Poseidón, ¿tal vez ellos no serían como otros semidioses?
Todo lo que podía pensar era que los maestros habían encontrado el alijo ilegal de dulces que había estado en mi dormitorio.
A pesar de la tensión, algunos soltaron risitas nerviosas.
O tal vez se habían dado cuenta de que mi ensayo sobre Tom Sawyer era de internet y no por haber leído el libro y me iban a quitar la nota.
— O peor, le iban hacer leer el libro— dijo Leo para aliviar la tensión, algunos sonrieron.
O pero, me iban hacer leer el libro
— ¡Genial!—festejó Leo— pienso igual que Percy
“¿Y bien? Preguntó ella
“Señora, yo no…”
“Se acabó el tiempo” dijo entre dientes
Poseidón se tensó.
Entonces, sucedió la cosa más extraña. Sus ojos empezaron a brillar como brasas de una barbacoa. Sus dedos es estiraron convirtiéndose en garras. Su chaqueta se fundió en grandes alas de cuero.
— ¡Hades!— rugió Poseidón furioso— ¿Por qué carajos le envías una furia a mi hijo?
— No lo sé, aún no ha pasado— respondió Hades.
— Y más te vale que nunca pase— amenazó el dios del mar
Ella no era humana. Era una bruja arrugada con alas de murciélago y garras, y una boca llena de colmillos amarillos, apunto de comerme.
Hades se estremeció bajo la mirada de Poseidón.
Luego las cosas se pusieron aún más extrañas.
— ¿Más extrañas?— farfulló Poseidón pálido
El Sr. Brunner que había estado frente al museo un minuto antes en su silla de ruedas, estaba en la entrada de la galería con una pluma en la mano.
“Eh, Percy” gritó, tirando la pluma al aire
— ¿Una pluma? ¿En serio, una pluma? — gritó Poseidón asustado por su hijo.
— Tranquilo señor Poseidón— dijo Annabeth— no es una pluma cualquiera.
La Sra. Dods se abalanzó sobre mí.
Con un grito, la esquivé y sentí las garras rozando el aire junto a mi oído.
Annabeth empalideció. Percy nunca le había contado su experiencia completa antes de llegar al Campamento Mestizo
Cogí el bolígrafo en el aire, pero cuando llegó a mi mano, ya no era una pluma. Era una espada.
Poseidón le sonrió a Quirón
L a espada del Sr. Brunner que siempre utilizaba en el torneo.
La Sra. Dods se volvió hacia mí con una mirada asesina en sus ojos. Mis rodillas parecían de gelatina. Me temblaban las manos tanto que casi dejo caer la espada.
Ares bufó. Jason se preguntó cómo ese chico había llegado a ser un héroe del Olimpo y un líder en el Campamento Mestizo.
Me espetó. “Muere, cariño”
Y voló directamente hacia mí
Poseidón miró a Annabeth que le sonrió para tranquilizarlo, su hijo había salido airoso de ese enfrentamiento.
Absoluto terror corrió por mi cuerpo. Hice lo único que llegó de forma natural: blandí la espada.
Jason elevó las ceja, el hecho de que blandir una espada le llegue de forma natural, era impresionante.
— Mi hijo es el mejor— sonrió Poseidón haciendo eco a los pensamientos de Jason.
Annabeth, Thalia y Pipper asintieron sonrientes.
Jason sintió como si le hubieran obligado a tragar ácido cuando vio asentir a Pipper, no le gustaba que Pipper admirara tanto a ese semidiós.
Afrodita miró a Jason y sonrió
Así que el hijo de Zeus está celoso— pensó la diosa.
La hoja de metal tocó su hombro y pasó limpia a través de su cuerpo como si fuera agua. ¡Hisss!
— Impresionante— admitió Zeus.
— Más que eso— dijeron Annabeth y Pipper a la vez.
Jason apretó los dientes.
La Sra. Dods fue un castillo de arena en un momento. Ella estalló en polvo amarillo, se vaporizó en el terreno, sin dejar nada, pero con olor a azufre y un grito de muerte y un enfriamiento en el aire, como si esos dos ojos brillantes siguieran mirándome.
Todos los mestizos se estremecieron, eso siempre pasaba con el primer monstruo que matabas
Estaba solo.
Había un bolígrafo en mi mano.
El Sr. Brunner no estaba allí. No había nadie más que yo.
— Aún le afecta la niebla— murmuró Nico
Mis manos estaban temblando. Mi comida debía haber estado contaminada con hongos o algo así. ¿Y si se había imaginado todo eso?
— Ni que tuviera tanta imaginación— dijo Hermes
— Sí— dijo Apolo— aquí el de la imaginación soy yo. Y ahora, un haiku:
Percy es muy cool.
Seguramente
de mí aprendió.
Pipper aplaudió, ganándose una sonrisa y un guiño del dios. La chica enrojeció. Jason gruñó.
— No hay tiempo para eso— interrumpió Zeus— Atenea, por favor.
La diosa prosiguió la lectura
Volví a salir.
Había empezado a llover.
Grover estaba sentado junto a la fuente, con un mapa del museo sobre su cabeza. Nancy Bobofit estaba todavía allí de pie, empapada después de su baño de fuente, refunfuñando con sus feas amigas.
Cuando ella me vio, dijo. “Espero que el Sr. Kerr te haya azotado el trasero”
— ¿Quién?— preguntó Poseidón.
Le dije. “¿Quién?”
Poseidón sonrió pro pensar igual que su hijo.
“Nuestro maestro, tonto”
Parpadee. No hemos tenido un maestro llamado Sr. Kerr. Le pregunté a Nancy de qué estaba hablando.
Ella solo puso los ojos en blanco se alejó.
Le pregunté a Grover dónde estaba la Sra. Dods.
Él dijo. “¿Quién?”
Pero se detuvo y no me miró, así que pensé que estaba bromeando.
— ¡No Grover!—se lamentó Hermes— necesitas aprender a mentir.
“No es gracioso hombre. Voy en serio”
Un trueno retumbo
Todos en la sala miraron a Zeus, quien se encogió de hombros.
Vi al Sr. Brunner sentado bajo su sombrilla roja, leyendo su libro, como si nunca se hubiera movido.
— Es más seguro para él no saber la verdad— explicó Quirón ante la mirada interrogante de la sala
Me acerqué a él.
Miró hacia arriba, un poco distraído. “Ah, mi pluma. En el futuro haga el favor de traer su propio utensilio de escritura, Sr. Jackson”.
Hermes sonrió, Quirón sí que sabía mentir.
Le entregué al Sr. Brunner su pluma. Ni siquiera me había dado cuenta de que estaba todavía con ella.
Artemisa miró interesada el libro, ¿sería la espada que ella pensaba?
“Señor”, le dije. “¿Dónde está la Sra. Dods?”
Me miró sin comprender. “¿Quién?”
“El otro acompañante. La Sra. Dods, maestra de álgebra”
Él frunció el seño, inclinándose hacia adelante, viéndose ligeramente afectado. “Percy no hay una Sra. Dods en este viaje. Por lo que yo sé, nunca ha habido una Sra. Dods en la academia Yancy. ¿Te encuentras bien?”
— Me llenas de orgullo— dramatizó Hermes ante la buena mentira del centauro.
— Ese fue el final del capítulo— anunció Atenea
— Dramática manera de terminar— mascullo Hefesto, Leo asintió con la cabeza.
— ¿Quién quiere leer ahora? — preguntó Zeus.
— Yo leeré— dijo Poseidón.
Notas de autora
¡Hola!
Espero que les esté gustando, actualizaré cada domingo en la noche :)
Cada actualización es de un capítulo completo
Algunas aclaraciones:
Esto toma lugar unos meses después de que Thalia fuera convertida en pino
Para los semidioses, este fanfic esta ubicado después de que Jason, Pipper y Leo terminen su misión
Lo ocurrido en "El hijo de Neptuno" aún no ha pasado
Pero los hecho de "El héroe perdido" sí ha pasado
Alguna duda déjenme un comentario, ¿si?
Gracias por leer
Genial.... Quiero leer más!!!
ResponderBorrarActualiza pronto que me encanta como escribís....
Pregunta: ¿vas a hacer toda la saga?
Espero que si ya que me encantó jeje me encantaría saber como reaccionararan los dioses.
Besos seguila.
Esta genial!!!
ResponderBorrarPorfabor sigue!!!