miércoles, 15 de enero de 2014

Prólogo


Percy Jackson, hijo de Poseidón y Sally Jackson, era el héroe favorito de muchas personas, entre ellas, Annabeth- su novia-, Quirón – su maestro- y las propias Parcas, también conocidas como los destinos.

Y es Percy Jackson, no era un semidiós común,  era el más fiel, valiente, desinteresado y leal que se pudiera encontrar.

Desde su nacimiento, producto del rompimiento de un importante juramento, las Parcas lo habían observado, sabiendo que estaba destinado a la grandeza.

Durante los cuatro años que había durado la guerra contra Kronos, lo vieron luchar valientemente, lo vieron reír y llorar, lo vieron cargar con todo el peso del mundo – literalmente-, lo vieron enfrentarse a cosas a las que casi ningún héroe había logrado sobrevivir. Y aún así, lo habían visto manteniendo la esperanza, sonriendo a la adversidad y retando a la muerte.

Los destinos nunca han podido ayudar a ningún semidiós, nunca habían querido hacerlo, pero al ver a su joven héroe siendo atrapado por Hera y dejado en un campamento extraño con su memoria borrada, perdiendo a su novia, a su madre, a su familia.

Decidieron que esta vez ellas tendrían que intervenir.

Y es que por primera vez en eones, ellas no querían cortar un hilo.

Y no lo harían.

 

 

 

Era el solsticio de invierno en el Olimpo, unos meses después del incidente de Thalía.

— Las catástrofes de mar son las mejores— se jactaba Poseidón.

— Las del aire lo son— refutaba Zeus.

— Ya cállense, lo único que hacen con sus catástrofes es que mi reino se extienda más— se burlo Hades.

Los tres grandes peleaban.

Hestia miraba su fuego.

Atenea leía.

Artemisa pulía su arco.

Otro día como cualquier otro.

¡Bum!

El sonido como una explosión sobresaltó a los dioses, seguido de una luz tan brillante que cegó a algunos momentáneamente.

Cuando la luz se desvaneció, ningún dios dudó antes de levantarse y ponerse de rodillas, frente a ellos, estaban las parcas.

— Mis señoras— murmuró Zeus—. ¿A qué debemos el honor de su visita?

— Estamos molestas, Zeus— dijeron las Parcas— muy molestas. Su actitud egocéntrica y orgullosa ha causado un caos en el futuro. Venimos a prevenir aquello. Se les darán a leer una serie de libros que cuentan la historia de un semidiós muy especial.       Conforme avancen en la lectura, irán llegando algunos semidioses relacionados con la historia. No les pidan respeto, que en el futuro, no han hecho nada para merecerlo, ellos cuentan con nuestro favor, así que tienen prohibido dañarlos. Disfruten la lectura.

Las Parcas desaparecieron con un ¡Poof! Y a los pies de Atenea apareció un libro.

Percy Jackson y el ladrón del rayo— leyó la diosa.

Poseidón se tensó, su hijo solo tenía siete años en ese momento.

— Bien— dijo Zeus— ¿Quién quiere leer primero?

Antes que nadie pudiera responder una nueva luz igual de brillante que la primera apareció y cayeron seis personas.

Los semidioses se fueron poniendo uno a uno de pie, mirando alrededor de la sala pero nunca a los dioses.

— ¿Qué significa esto?— rugió Zeus— ¡Qué falta de respeto! ¡Ni siquiera se arrodillan!

Los semidioses solo lo miraron.

— Preséntense, digan su nombre y su padre divino— demandó Zeus.

— Soy Jason Grace, hijo de Júpiter y uno de los siete

— ¡Volviste a romper el tratado!

— Cállate Hades.

— Mi nombre es Loe Valdez, hijo de Hefestos, usuario del fuego y uno de los siete— Hefesto le sonrió a su hijo.

— Soy Pipper McLean, hija de Afrodita y uno de los siete— Afrodita sonrió brillantemente a su hija, Pipper le ofreció una pequeña sonrisa en respuesta.

— Annabeth Chase, arquitecta del Olimpo, uno de los siete e hija de Atenea— Atenea asintió a su hija.

— Soy Thalia Grace, teniente de Artemisa e hija de Zeus.

— ¿Tú no eras un pino? — preguntó Hades recibiendo una mala mirada del rey de los dioses.

— Larga historia— dijo Thalia.

— ¿Qué pasó con Zoe? — cuestionó Artemisa

Thalia no respondió.

— Nico di Angelo, hijo de Hades… nací antes del juramento— aclaró al ver que Zeus iba a gritarle a su padre.

Zeus les explicó que hacían allí y les dijo que se fueran a sentar con su padre divino, ellos se sentaron juntos en el suelo, justo donde estaban.

Zeus resopló.

— Yo quiero leer, padre— dijo Atenea, para aliviar la tensión.

Zeus le entregó el libro.

2 comentarios:

  1. Me gusta tu historia! Espero que actualices pronto y que no te quedes sin inspiración (porque a muchos autores kes sucede eso y dejan truncado el fanfic) Te mando una abrazo psicologico desde México!!

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  2. Esta genial! Bueno admito que eres buena narradora! Por favor actualiza si no te vas a meter con unos cuantos crucios! -.- ! jeje broma... naa lo digo enserio pendeja! Espera no te sientas ofendida por mi pendeja es que me acostumbre hablar asi con todos hasta con mi familia!
    Espero que Actualices estoy muy ansiosa!
    Besos de lily_nique100 (en potterfics) o Lupard!

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